Los cristianos consecuentes, debemos
abrazar con mucho amor a todos aquellos que viven afligido por la falta de
de recursos económicos. Si somos indiferentes con los pobres, especialmente
con lo que han nacido en condiciones humildes, tal como nació Jesús, no
podemos decir que sentimos o conocemos que es la palabra caridad.
En efecto, la honestidad pura en
expresar el amor a Dios por sobre toda las cosas y el amor al prójimo, no
es tal si despreciamos a los pobres. La desidia frente a la pobreza, es
irreverencia a Dios.
No existe mayor infidelidad a los
Evangelios, que el no mirar y sentir a la pobreza con amor, respeto,
solidaridad y preocupación por ella.
Llamamos a Dios como padre, por que
somos hermanos de todos los hombres, nos llamamos cristianos porque somos
seguidores de Jesucristo, entonces nos debemos sentir llamados a estar
junto a todos los que necesitan, nos sentimos obligados a ayudar a los
pobres y en forma permanente, como si fuera parte de nuestra tarea diaria,
en otras palabras haciendo de esta ayuda nuestra misión.
La pobreza existe en la misma relación
que la falta de solidaridad y la falta de caridad en el corazón de los
hombres, y para muchos, preocuparse
de la pobreza no deja de ser un
discurso que solo busca el beneficio personal. En efecto, hermosas palabras
solidarias a los pobres son convincentes para el apoyo político, actitud
que avergüenza al hombre como tal. Las crisis y los desequilibrios sociales
tienen sus responsables en nuestra sociedad, el desempleo y los ingresos
paupérrimos son una clara prueba de ello.